EL glaciar no, el otro

Miedo, eso es lo que sentía respecto a ir a los glaciares aquí. Miedo! A qué? Glaciar= hielo = frío polar!
Pero no, tuve mucha suerte, el sol que había salido el día anterior en Punakaiki decidió quedarse unos días a la vista. Aparte que los glaciares no están a miles de metros de altura, así que no había por qué pensar que iba a hacer tanto frío, ya sé, pero sonaba a frío a mi!
Sobre la ruta 6 que recorre la Costa Oeste hay dos opciones para la experiencia glaciar: Franz Josef, es el mas top, y Fox Glacier es el otro, ahí fui yo, porque tuve la sensación de que iba a ser más barato, y quedaba más lejos, o sea, avanzaba más en el viaje al sur.
Otro pueblo de esos «pueblos» de tres o cuatro calles que salen de la ruta. Al menos acá había algo parecido a un supermercado, pero no había sitio de información  turística. Un par de hoteles, moteles y dos hostels. Yo me hospedé en Ivory Towers, en la calle Sulivan (para las fans del Google Earth qué me reclaman nombres de calles), el otro hostel no me acuerdo cómo se llama, pero está al lado. Lindo lugar, 26 pe la noche, linda sala de tv/video con mega pantalla, butacas tipo cine y puffs, y los dueños ponen a disposición una fuente de manzanas orgánicas que son de las más ricas que comí. También ligué galletitas de un ponja loca-loca-loca, que iba a pasar los próximos dos meses trabajando y viviendo en ese mini pueblo, las hizo una noche y nos convidaba a cambio de una foto. Gente rara en el mundo.
Me encontré con una chica que conocía de otro hostel en alguna otra ciudad, y me desburró sobre las posibilidades para llegar hasta el glaciar, ya que los precios de las excursiones estaban fuera de mi voluntad. También conocí a una brasileña que hacia menos de una semana que había llegado y ya estaba resfriada y a las puteadas con el frío. Una mina de unos cuarenta y pico, francesa, que nunca sonrió y se quejó de lo que pudo, por lo qué me di cuenta qué no tenía una parálisis facial, sino una amargura marca cañón. Otro personaje raro fue un holandés qué parecía más latino que la salsa, y me dejó una lista de cosas que no debo dejar de hacer en Tailandia.

El día de ir al glaciar finalmente llegó. El camino no ea largo, fueron unas dos horitas caminado por el ya típico sendero boscoso (era vez no rainforest por suerte), y se comienza a seguir el río que sale de las entrañas del bicho de hielo, qué descansa en un valle hermoso con el monte Cook de fondo.

Yendo sin un guía, y sin el equipo adecuado, sólo se puede llegar hasta el frente del glaciar. No pude caminarle por encima, ni ver las cavernas azules que forma el hielo, tal vez por eso no me impactó tanto. Estoy segura que vale la pena, así que guarden unos cientos de dólares para hacerlo.