Ya tenemos pruebas suficientes como para asegurar que haciendo la gran De Narváez y «tener un plan» es la mejor forma para que salga todo de otra manera. Nuestro plan era: llegar a Venezuela desde Panamá, pasar unos días en Caracas, unos días en Maracay, ir a conocer Mérida y al cabo de 10 días estar cruzando a Colombia por el paso de San Cristóbal – Cúcuta, y luego viajar tranquilamente hasta la costa colombiana donde nos encontraríamos con un amigo de Mariano que venía de vacaciones. Creo que no hay nada extraño en todo esto, pero lo que leerán a continuación es cómo se nos fue todo de las manos y convirtió estos días en una tortura.
«Llegar de Panamá a Venezuela» debía ser muy simple ya que teníamos un vuelo. Llegamos al aeropuerto de Tocumen sin sobresaltos, rápidamente ubicamos el sitio de nuestro check in donde nos recibieron con una amable sonrisa y la noticia de tener ya una hora de retraso en el horario previsto del vuelo. Bueno, no podemos ser tan exigentes. Aprovechamos el tiempo para saquear los cajeros automáticos que nos tiraban verdes, tomamos algo, pasamos migraciones y fuimos hacia la puerta de embarque a esperar, disfrutando del wi fi libre. Al llegar a nuestra puerta, la pantalla que anunciaba el vuelo tenía la particularidad que en vez de anunciar el vuelo a las 14 hs… o a las 15 hs con el retraso previsto, decía las 20 hs! Nos empezamos a mirar entre los pasajeros que fueron llegando a la sala de espera, y luego aparecieron los jóvenes de la aerolínea a repartir vouchers para el almuerzo… Confirmado, viajaríamos por la noche. El único consuelo fue la mega hamburguesa que pudimos almorzar con el canje.
Luego de pasar una nueva (y poco placentera) noche en el aeropuerto de Barcelona, ya en Venezuela, nos encaminamos a llegar a Caracas, lo que nos llevó casi todo el día encima de un bus. Una vez en la capital comenzamos la larguísima misión de contactar a Rafa, nuestro amigo de la aventura a Roraima que nos recibiría por unos días. Hasta lo más simple, como querer llamar por teléfono, puede ser una situación sumamente estresante en Venezuela. Rafa apareció ante nuestros ojos allá como a las 11 de la noche. El día había sido demasiado largo, pero la noche no fue para descansar. Un poco antes de la madrugada Mariano empezó a vomitar, y siguió así, deshidratándose de a poco hasta que una inyección por la mañana le dió respiro.
Convaleciente él, muy cansada yo, servimos para muy poco ese primer día caraqueño. Luego pudimos recorrer muy poco, pero lo suficiente como para llegar a la tribuna de un partido de fútbol de la Segunda División.
Tarde pero seguro, llegamos a Maracay a la cola de los festejos por el cumpleaños de nuestro gran amigo Chevy. Por cuestiones de vaina venezolana, y no pocos errores nuestros, la pronta ida a Mérida nunca sucedió. El destino quiso que estuviéramos en suelo bolivariano el 5 de marzo a las 4 de la tarde, momento en que se hizo el anuncio oficial de la muerte del Presidente Hugo Chávez. Si las cosas en Venezuela suelen ser complicadas de resolver, con un acontecimiento así, directamente fue imposible resolver cualquier tipo de trámite… Al menos pudimos ser partícipes de un momento único en la Historia Latinoamericana.
Al cabo de una larga y tediosa semana, finalmente nos despedimos de nuestra querida familia venezolana, que nos brindó lo mejor de su amabilidad y paciencia y nos ayudaron en cuanto necesitamos. Les estaremos eternamente agradecidos y esperamos corresponderles en todo momento!
El Peo* de cruzar la frontera
*Peo: vocablo venezolano que hace referencia a algo complicado, problemático, lo que en Argentina llamaríamos «un quilombo»
Bien, salimos de Maracay con la sonrisa de quien cree inocentemente que ha dejado atrás todos los obstáculos que lo retenían, y en realidad sólo estábamos entrando al ojo de la tormenta de todo este viajecito. El primer tramo a realizar era Maracay – Maracaibo, para lo que elegimos un bus ejecutivo de noche que a priori nos garantizaba un buen descanso mientras llegábamos a destino por la mañana. Por la mañana justamente, esperaba ansiosa cruzar el famoso puente que cruza el Lago Maracaibo, pronosticado para el amanecer por el horario en que había salido el bus… El amanecer había pasado, el sol ya calentaba lindo, y varios pasajeros que iban a un congreso en la gran ciudad zuliana se empezaban a impacientar. No se demoró en llegar a mis oídos la temida frase «Es que el chofer se perdió y estuvimos más de dos horas en la noche yendo por un camino equivocado, ahora está tratando de volver»… sí, trataba, y vaya que le costó conseguirlo!
Entonces conocí el bendito puente al mediodía, cuando entrábamos triunfales en la ciudad. Allí, sin mucho tiempo para ver nada de lo que parecía ser una muy linda ciudad, nos encaminamos rápidamente al terminal de buses. Por supuesto, fiel al resto de esta historieta, el último bus del día hacia la frontera con Colombia ya había partido, claro, si eran más de las 1 de la tarde!
La opción que nos quedaba era la que menos queríamos, en un estado de extremo cansancio mental y físico teníamos que evaluar las pocas opciones que nos podían llevar al siguiente país en ese día. Elegimos la más barata y por ende, la más compleja. Tomamos un bus a Paraguaipoa, lugar que ni sospechábamos que existía y es un pequeño pueblo de frontera, o casi de frontera porque estando ahí aún nos faltaban algunas horas en ruta hasta Paraguachón, la frontera propiamente dicha. El estado de la carretera es pésimo. Los vehículos son en su mayoría viejos carros utilizados como taxis por puestos , y otros como el nuestro: un jeep sobre cargado con 19 personas. Los únicos forasteros éramos nosotros. Los 17 indios wayú que usaban una vez más su transporte diario que los lleva por la Guajira a uno y otro lado de la frontera en busca de mejores precios para sus productos, o simplemente para llevar a sus hijos a las escuelas bolivarianas, nos miraban entre curiosos y extrañados y comentaban quién sabe qué en su dialecto. Entre sospechosos bultos se dejaban ver algunas etiquetas de Coca – Cola y se adivinaban por sus siluetas los sacos de arroz o los packs de aceite. Es que en este circuito lo que más va y viene es el contrabando.
Ya en el bus que salió desde Maracaibo teníamos la pista: a la carrera se subían como podían hombres y mujeres con sus grandes bolsos cargados a reventar de vegetales, aceite, arroz, leche en polvo, azúcar. Los desparramaban por todos los rincones del bus para que no quedara en evidencia que una sola persona llevaba más de un bulto. Los oxidados fierros de los asientos del bus hacían que el azúcar volara como nieve por el vehículo, que iba a toda velocidad y con las puertas abiertas. Para intentar controlar este desbande hay mil y un retenes y controles de la Guardia Nacional Venezolana, el Ejército, la Policía. Una de nuestras compañeras de abordo no pasó una de las pruebas… le hicieron bajar toda la mercadería que traía, se la quisieron decomisar, negociaron un largo rato (mientras el resto del pasaje esperaba sobre la unidad que la esperaba) y llegaron a un «acuerdo» a cambio de 500 bolos y algunos litros de aceite. Así y todo le salió beneficioso el viaje, con lo que nos damos una idea de la diferencia de precios entre ambos países.
El jeep cargado de wayús nos dejó en la oficina de migraciones donde debíamos sellar la salida de Venezuela. Al sacar mi pasaporte una voz desde atrás me dijo «Argetinos, como el nuevo Papa»… Era 13 de marzo y así me enteraba que Bergoglio había sido elegido como Papa en el Vaticano. El trámite aquí es casi en la calle, por eso nos sorprendió la moderna oficina que nos recibió ya en suelo colombiano. Hasta aire acondicionado tenía! Y así como pasan los granos también pasan los litros de oro líquido, el combustible. El taxi que nos tomamos para llegar al terminal de Maicao fue requisado fuertemente para ver cuánta gasolina traía en el bidón extra del baúl.
Fue un viajecito bien corto, pero estábamos apurados ya que le queríamos ganar a la noche. Nos subimos a un bus que se declaraba pronto a partir hacia Santa Marta, y dos horas después, quietos aún en el mismo lugar, empezamos a abrazar la idea de que no llegaríamos temprano a destino. No hubo justificativos para la demora y salimos bien entrada la noche. Empezábamos a relajarnos finalmente luego de este maratónico día, en medio de la oscuridad de la ruta desolada en el campo colombiano cuando un terrible golpe frontal nos hizo saltar de un grito a todos. Habíamos atropellado un caballo. Eran las 11 de la noche y pasarían otras dos horas más, en esa densa oscuridad, hasta que llegara la policía, una ambulancia, desencajaran al malogrado equino hasta la banquina y consiguieran arreglar el frente del bus con una cinta adhesiva. Continuamos viaje a media luz, ya que una óptica del bus tampoco sobrevivió a la colisión. Con tantas demoras acumuladas, los choferes tomaron la decisión que no entrarían en la ciudad de Santa Marta por sólo estos dos pasajeritos, así que nos obligaron a bajarnos a las 2 de la mañana en el cruce de Mamatoco. Ya no había espacio para que nuestro fastidio creciera así que simplemente lo arrastramos hasta la parada de taxis (única opción de transporte a esa hora y en ese lugar).
Llegamos a un hostal en el centro, quisimos acostarnos y olvidarnos de todo, cuando nos dimos cuenta que lo único que nos habíamos olvidado era el cuatro en el taxi. Puteadas mentales andando salimos corriendo a buscar otro taxi que nos llevara a la parada inicial para ver si volvíamos a rastrear a aquel chofer con quien habíamos intercambiado la primera charla en el país. No estaba, claro, y los demás choferes acusaban no conocerlo o no recordar quien era. Volvimos (en taxi, también) al hostal, dando todo por perdido y unos 15 minutos luego, o sea como a las 3 y media de la madrugada, apareció el buen samaritano a devolvernos el cuatro.
Agotador, no? Hay veces que las cosas no sólo no resultan como las planeamos sino que salen tan mal como jamás lo hubiéramos imaginado… al menos nos devolvieron el cuatro!
DATOS ÚTILES:
Los cruces de fronteras no son la parte más linda de un viaje, pero ésta en particular debe ser una de las peores fronteras del continente. Si uno tiene un presupuesto más holgado seguramente se puede tomar un bus ejecutivo y hacer un tramo internacional largo del tipo Maracaibo – cualquier ciudad cabecera de Colombia. Si uno anda queriendo cuidar los manguitos, sabiendo que muchas veces lo barato sale caro, tiene esta opción:
Bus de Maracaibo a Paraguaipao: 40 Bsf (hay un bus que va directo a la frontera pero sale hasta las 12 del mediodía), los taxis por puesto que hacen esta misma ruta o incluso llegan hasta el cruce, hay que negociarlos duro y cuantas más personas mejor precio.
Jeep de Paraguaipao a la frontera: 40 Bsf cada uno. No es la opción más cómoda. Los taxis aquí nos querían cobrar 50 a 60 Bsf por cada uno.
Tasa de salida en migraciones de Venezuela: 107 Bsf cada uno (marzo 2013, actualizaciones en este valor son agradecidas, ya que cuando íbamos nos habían dicho que eran 90 Bsf… la economía venezolana no es la más estable).
Taxi desde migraciones de Colombia hasta el terminal de Maicao: 5000 pesos colombianos cada uno(COP) = 2,5 USD aproximadamente. Eran las 5 de la tarde casi y no había más que taxis… tampoco había más gente con quien negociar un mejor precio.
Bus «no oficial» de Maicao a Santa Marta: 18.000 COP. Los buses de las empresas más reconocidas están entre 20 y 25 mil pesos cada uno.
Inolvidable, El Regreso De Ustedes a Mi Tierra, Momento en Que se Hizo el Anuncio Oficial de la Muerte Chávez… Que Nos Tomen Como Familia, El Peo… (jejejeje) Propiamente Dicho, Un Quilombo! Que El Chofer Se Pierda (No Puedo Con Tanto), Paraguapoa, El Jeepp Con Los Wayú «Bachaqueros» Las Mil y Una Alcabalas de Control de «Las Tres Divinas Gracias Venezolanas», Que Te Rematan Lo Que Puedan Antes De Salir… «Argentinos Como El Nuevo Papa» jajajaja Como Hubiese Querido Estar En Ese Justo Momento y Ver Ambas Caras… El Golpe Del Caballo…. Contratiempos Mis Queridos… Pero Sobre Todo, Con Los Pies Por La Tierra!
Gran Chevi, tú lo sabemos, nosotros lo sabemos… deberías haber venido a esa aventura con nosotros!!
Beso y abrazo grande a todos!
Que odiosea salir de estas tierras, yo he pasado varias veces por esa frontera y es cierto debe ser de las peores del continente. Un detalle, la salida de Venezuela, es el equivalente a una Unidad Tributaria (UT) y el valor de la misma cambia en febrero de cada año.
Gracias por el dato Mariana!! Saludos!