«No porque hayas caído
tu luz es menos alta…»
Poema Che Comandante de Nicolás Guillén
Samaipata
Pasamos varios (y hermosos) días en este pequeño poblado al que poco le queda de boliviano, salvo su mercado. Una manada de extranjeros encontraron aquí el lugar ideal para establecer emprendimientos, en su mayoría relacionados con la bioconstrucción.
Por vagos y no estar pilas leyendo lo que debíamos para ambientarnos en la historia, no supimos de la heroica y “espectacular” toma de Samaipata por parte de la guerrilla liderada por Ernesto “Che” Guevara. Supongo que de haber triunfado, aquí estaría su Santa Clara en Bolivia.
Que en este bar se tomó un café, que en aquel restorán almorzó, que a tal farmacia acudió escoltado por todo el pueblo, que aquí sí estaba de su lado. Todo incomprobable, claro. Este paseo está ricamente condimentado con cuentos pueblerinos, mezcla de chismoseo y mito. Gente que dice haberlo visto aunque la edad no le dé para haber estado viva en ese momento, fotos de un Che que no es el Che, hasta versiones de sus proezas sobrenaturales para hacerse invisible.
Vallegrande
El Hospital Señor de Malta de Vallegrande funciona hoy con normalidad. Tiene nuevas dependencias por el crecimiento de la demanda de su población. Pero también tuvieron que hacer una nueva lavandería y otra morgue.
Un helicóptero trajo amarrado el cuerpo sin vida del Che Guevara desde La Higuera. La noticia se pudo regar por el mundo con la célebre imagen del cuerpo inerte del guerrillero y su inolvidable mirada fija al infinito.
Esa misma lavandería hoy está cercada y sus paredes cubiertas por miles de firmas, citas erróneas y agradecimientos por parte de los visitantes de todo el mundo.
El frío sobrecogedor de las paredes y mesa de la morgue es característico. Este lugar no está cerrado pero es igual de invadido por las pintadas y escritos. En este escenario fueron cortadas las manos del guerrillero caído.
“Sus pupilas ya no esparcen la esperanza/ en los senderos;/ pero tus manos cortadas/ son mil manos guerrilleras./ Se han multiplicado tus manos/ en otras manos morenas./ En otras manos curtidas por el frío de la angustia/ tus manos se fructifican;/ en otras manos quemantes que enarbolan la impaciencia” Poema Esas tus manos Che… de Jorge Calvimontes.
Unos kilómetros más alejado del pueblo, cerca del aeropuerto, se levantó un Memorial en el sitio de excavación que en el año 1997 dio con los restos del Che y 7 guerrilleros más. A don David le queda una sola pierna por un accidente de trabajo en el campo y hace unos tres años que trabaja en el cementerio, que está curiosamente junto a las fosas comunes encontradas. Por una módica propina te indica por donde colarte para ver más de cerca el sitio. También está el Memorial de Tania, las fosas comunes eran varias. Las paredes se llenan de fotos documentales biográficas y hay un pequeño jardín con árboles y plantas que van sembrando los visitantes ilustres, como los hijos y el hermano del rosarino.
No entramos por la entrada oficial al predio, ni ingresamos al memorial, porque decidimos no pagar la “excursión” que proponen los guías – taxistas en la plaza principal. 30 pesos el recorrido por el hospital y los memoriales, y más de 300 si hay que agregar el viaje hasta La Higuera y la Quebrada del Churo, así se compone el menú.
Quebrada del Churo
“La emboscada del Che se debería llamar” comenta casi riendo la esposa de José Luis, nuestro chofer desde Pucará a La Higuera cuando pasamos por el desvío al sendero de la Quebrada del Churo. “Para qué se fue a meter ahí… para hacerse matar”, agrega.
El camino hacia el cañón donde aquella se junta con la Quebrada de San Antonio va pasando por varias fincas y nos muestra tarántulas muertas y hasta una serpiente de coral escurridiza. El sonido de nuestros pasos, el vuelo de las abejas, las chicharras, no dejan lugar al silencio. Intento imaginar estos sonidos callados súbitamente por las ráfagas de tiros que se descolgaban de las laderas cercanas, acorralándolo. Pienso que estoy en el último sitio que lo vió libre. “Libertad”, una palabra que significa tanto para mí últimamente… se me eriza la piel. Cómo se hace un hombre la idea de perderla? En qué momento se hace consciente de ello? “Se busca, en lo posible vivo” decían los carteles de la época.
“Che tomó la única decisión que cabía en ese momento, dió orden de ocultarse en un pequeño cañón lateral”.
En medio de la tupida vegetación se abren algunos sembradíos y hay un pequeño refugio, “la casa de la enanita”, cuya familia le colaboraba vendiéndoles provisiones los pocos días que pasaron en el monte. A no más de veinte minutos andando nos encontramos con un claro que abrieron para poner un empedrado en forma de estrella, a los pies de una higuera. Hasta aquí llegó. Dos soldados lo tomaron prisionero luego de perforarle el fusil con un disparo, y supuestamente intercambiar algunos golpes. “No disparen, soy el Che Guevara, les sirvo vivo”, dicen que dijo cerca del mediodía del 8 de octubre de 1967.
El atardecer pinta de un dorado intenso las laderas y campos y luego el cielo es un concierto de violetas. El lugar es hermoso… nuestra caminata de casi cuatro horas termina nuevamente en la nueva escuelita de La Higuera, donde hoy funciona un alojamiento comunal, las dos aulas que dictan clases a los 10 niños del caserío, y el consultorio médico “Dr Ernesto Che Guevara”. Allí trabaja Sarita, una médica boliviana que estudió en Cuba y forma parte de las misiones médicas que atienden a las comunidades cercanas.
La Higuera
“No comercialicen al Che” grita una de las tantas pintadas que decoran hoy La Higuera.
Este lugar fue puesto en el mapa luego de que el 9 de octubre de 1967 el ejército boliviano en sociedad con la CIA, emboscaran y ejecutaran al Che Guevara y su guerrilla.
Las últimas veinticuatro horas de vida del Che transcurrieron entre las paredes de la antigua escuelita, en una de sus dos aulas. Hoy es todo un sólo salón donde se montó el Museo – Santuario Pagano que lo recuerda. En sus paredes se mezclan los carteles con su biografía y los detalles de la operación de la guerrilla en Bolivia, con cartas, fotografías, mensajes y todo tipo de recuerdos que dejan los visitantes que peregrinan hasta aquí. Recorro cada detalle con un nudo en la garganta y la lágrima a flor de piel, en un silencio casi impuesto por mis entrañas (agradezco que sólo seamos nosotros dos), tal como recorrí el Mausoleo de Santa Clara, en Cuba. Todo esto logró sacarme de la apatía general en la que estaba ahogándome, fue un golpe directo que me reconectó con el camino que estoy haciendo.
Dicen que el ejército entró a La Higuera con los prisioneros como en una procesión. Nadie quedaba en las calles o casas. Todos desaparecieron a los campos y la orden, como por debajo de la mesa, decía “Acá no pasó nada”.
El Che Guevara caminó sus últimos pasos (o fue cargado) hasta el calabozo improvisado por la única calle del lugar, no se cruzó con su estatua que saluda esbelta, ni la plaza tenía forma de estrella, ni lo rodeaban sus propios retratos.
La misma tierra que delataba cada uno de los movimientos de los pocos guerrilleros que luchaban contra la opresión imperialista, hoy se engalana de coloridos murales llenos de pensamientos revolucionarios.
“Era un inútil el pobre”, nos dice un señor del que no pude retener el nombre, en la plaza de Pucará, el pueblo más cercano a La Higuera, hacia donde el Che nunca llegó. Con el diario del lunes, a todos nos parece muy obvio que Bolivia era campo estéril para una revolución. No les debe haber parecido lo mismo a los que vinieron a estudiar la situación por casi tres años antes que la guerrilla empiece a andar estos caminos. “La utopía es el combustible de la revolución”, nos escribe a la distancia el padre de Mariano, como queriendo consolarnos.
Luego de ese octubre, la mayoría de los pobladores de La Higuera se fueron, abandonando casa y campo. La persecución política del momento, en un país en dictadura, es algo que no necesitamos que nos expliquen.
“(…) vergüenza tener frío/ y arrimarse a la estufa como siempre/ tener hambre y comer/ esa cosa tan simple/ (…) da vergüenza el confort/ y el asma da vergüenza/ cuando tú, comandante, estás cayendo/ ametrallado/ fabuloso/ nítido”. Poema Consternados, rabiosos… de Mario Benedetti.
Mi mente no dejó de volar con cada centímetro de sombra que dibujaba el sol. Sobre todo me intrigan esas últimas horas en la escuelita. Lo querían vivo y lo tuvieron vivo… para qué? Habrá tenido esperanzas de zafar? Habrá sabido que dos compañeros casi lo rescatan pero no dieron con el sitio de cautiverio? Cuándo y cómo comprende uno su fin?
El soldadito Terán cumplía años ese 9 de octubre y fue su regalo la orden de ejecutarlo. El museo dice que no mediaron palabras. La leyenda dice que necesitó de varios intentos (y tragos) para tomar coraje, e incluso que el ilustre prisionero lanzó una heroica frase, muy hollywoodense. Por otro lado se cuenta que fueron los coroneles a cargo quienes lo ejecutaron y remataraon… Versiones sobran. Quién sabe… “la historia la escriben los que ganan”.
“Por esta puerta salió un hombre a la Eternidad”, concluye mi pintada favorita. Nació la leyenda y el éxito marketinero mundial. He visto su imagen en países en donde ni siquiera saben quien es, ni mucho menos donde nació o murió.
Pensamos que no aprobaría “La Ruta del Che”, pero esa suposición es quizás un grano más de arena a su idealización. ¿Por qué simpatizo tanto con este hombre, médico, viajero, y de fusil en mano?
¿Qué hubiera sido de todo esto, de su imagen, de nuestro concepto sobre él, sin esos fatídicos días? Es la pregunta tácita, y hacer realidad su respuesta es quizás nuestra responsabilidad.
Datos útiles
Todo el recorrido se puede realizar con transporte público. Ante las primeras averiguaciones la información turística disponible dice que sólo se puede llegar hasta La Higuera contratando una excursión o como mínimo un taxi desde Vallegrande. Pero no es así.
A Samaipata llegamos desde Santa Cruz (parada en Plaza Oruro), 20 pesos bolivianos por cuatro horas de viaje. Allí hay varios hospedajes, desde 30 pesos por persona en habitación privada, o incluso camping desde 15 pesos por persona. Su mercado es hermoso, no dejen de visitarlo.
De Samaipata a Vallegrande, 20 pesos bolivianos en un bus que pasa una vez al día, hacia Serrano, cerca de las 11 de la mañana por la ruta principal. En Vallegrande hay varios hospedajes, desde 25 pesos por persona en habitación privada con baño compartido.
De Vallegrande nos fuimos a Pucará. El bus es el mismo de antes (recorrido Santa Cruz – Villa Serrano), pasa por esta ciudad cerca de las 2 de la tarde y cuesta 15 pesos a Pucará o 20 hasta el cruce a La Higuera. Dato de color: desde Vallegrande todos los caminos son de ripio, el estado depende mucho del clima, paciencia…
Aquí las dos opciones, si uno va hasta Pucará pude pasar la tarde y noche allí, es muy lindo y su gente muy amable, así se enterarán quién es el próximo vecino que va hasta La Higuera y los puede llevar. Generalmente cobran 10 pesos por persona. Si no hay nadie que vaya o quieren ir en taxi, el viaje puede ser más costoso, no debería exceder los 70 pesos (a dividir entre los pasajeros).
La otra opción, para los más aventureros, es seguir en el bus hasta el cruce a La Higuera, pasando Pucará, y desde allí caminar. Son unas dos horas de caminata en bajada.
Una vez en La Higuera, casi todos ofrecen alojamiento, bastante económico (y básico). En la nueva escuelita funciona un alojamiento comunal con habitación a 20 pesos por persona, y el espacio de camping es gratuito. Este lugar es, como mencioné antes, un caserío muy pequeño, hay una sola tienda, por lo que si planean quedarse sería bueno llevar algunas provisiones desde Vallegrande o incluso Pucará. El Museo que funciona en la Escuelita vieja es imperdible su llegaron hasta aquí, cuesta 10 pesos por persona.
Para visitar la Quebrada del Churo hay que hacer una caminata de una hora y media aproximadamente. Se puede conseguir un guía en La Higuera que les acompañe amenizando el paseo con algunos pasajes de la historia, o ir por su cuenta. No sería inusual que la gente que vive en los ranchos que están en medio del camino les cobren una “entrada” de 10 pesos por persona… negociable.
El regreso es a la inversa… esperar que alguien salga de La Higuera es la parte más incierta. Siempre sale alguien, y por 10 pesos los deberían llevar a Pucará o el cruce. El bus a Serrano pasa entre las 3 y 4 de la tarde por allí (30 pesos, casi cinco horas de viaje, según el estado del camino).
Libros para leer sobre esta historia
“Diario de Alberto Fernández de Oca, `Pacho`”
“Un hombre de la guerrilla del Che”, Harry Villegas `Pombo´
“Mi campaña junto al Che”, Guido Peredo `Inti`
“La guerrilla inmolada”, Capitán Gary Prado Salmón
“La guerrilla de Ernesto Che Guevara en Bolivia”, María Carmen García
“De Ernesto al Che”, Calica Ferrer
“Diario del Che en Bolivia”