“A las 12 horas del día 24 de enero de cada año, la ciudad de La Paz se paraliza, porque en sus calles, avenidas y plazas se asientan miles de vendedores de miniaturas, donde todos los paceños y no paceños afanosamente compramos todos nuestros sueños”
Trajinando sus callejuelas
admiramos miniaturas
en un Museo Vivo
del conocimiento humano.
Billetitos, terrenitos
camioncitos y cositas
bendecidos por yatiris
y también por curitas.
E. Cavour
Pensábamos que era cosa de todos los días… Porque al segundo día de estar en Copacabana, de haber llegado a Bolivia, decidimos subir al Calvario. Un paseo cuesta arriba al cerro que pasa por las estaciones del Via Crucis era invadido por una multitud de personas.
En el primer descanso nos encontramos con esta situación: varios altares con sus respectivos curitas que bendecían con incensarios humeantes los objetos de los promesantes. Era 24 de febrero, “Día de los Millonarios” dijo el curita, “vamos a pedirle a nuestra mamita de Copacabana por sus bienes”. Había frente a él una familia que puso en el altar unas mini maquetas, de una tienda de zapatos y de un taller mecánico, sumado a los clásicos: billetes, gallinas con huevos y el Ekeko, dios pagano de la abundancia. El alcohol es parte fundamental del ritual, ya sea en su versión medicinal o en forma de varias botellas de cerveza, esto último de preferencia por las doñas que las venden, por el curita y por los promesantes, ya que se brinda, beben y tiran a la Pachamama, se chaya. Para coronar la ceremonia, estallan los petardos y fuegos artificiales. La bonanza para todo el año está casi garantizada.
Eso sí, al Ekeko se le deberá tratar con mucho cariño y respeto, darle de fumar y mantenerlo siempre a gusto, de lo contrario se ofende o se pone celoso y las consecuencias de su furia pueden ser desastrozas.
Ya estando en La Paz nos desasnaron más sobre el tema. Si bien el día principal era ese 24 de enero, en el Parque Urbano de la ciudad se realiza la Feria de Alasitas hasta finales del Carnaval. Allí se extienden por varios centenares de metros miles de puestos de vendedores de toda clase de artículos deseables en su versión miniatura: vehículos de todo tipo, casas, edificios, negocios, oficinas, escritorios equipados con su computadora, diplomas de todas las carreras, billetes bolivianos, dólares o euros, gallos y gallinas (representando la búsqueda de una pareja) y hasta guaguas, niños, para aquellos que anhelan la paternidad. Incluso hay puestos donde se puede realizar una mini boda, con anillos, brindis, foto y claro, un mini certificado de matrimonio. (No, nosotros no dimos el sí).
Es el momento de dejar volar la imaginación, y soñar con los ojos abiertos. Los objetos adquiridos en la feria y debidamente chayados con el alcohol y el incienso llegarán a manos de quien realmente los desea.
No pudimos encontrar mochilitas, pero sí habían valijas, con pasaporte y billetes de avión. Y eso fue lo que Magalí nos regaló, porque el detalle que más me interesó es que tiene que ser regalado. Esto lo convierte en una tradición de unión entre amigos y familias, cada uno sabe lo que su ser querido añora y esta es la época para regalárselo, en miniatura, claro, deseándole la prosperidad y que se cumplan sus deseos.
¿Y si todo lo que deseamos cabe en la palma de nuestra mano?
¿Y si el genio de la lámpara es en realidad un sacerdote cholo?
¿Y si obtener lo que queremos depende de que alguien más lo sepa y nos ayude a conseguirlo?
Si tan sólo fuéramos capaces de complacer al Ekeko…
Viajar pone a prueba nuestra capacidad de ver las cosas de todas las formas posibles. La fé, la relación que tenemos con nuestras posesiones y deseos, y desprendernos de nuestro individualismo para comprender que necesitamos de los demás. Necesitamos confiar en alguien para contarle nuestros sueños, porque poniéndoles el sonido de nuestras palabras (y la entonación que sólo les puede dar la ilusión) empezamos a caminar hacia su realización.
Tal vez todo eso que queremos no sea ni tan grande, ni tan costoso, ni tan imposible…
Y usted, querido lector/a, qué desea?
¿Qué es Veo Veo? Es, ante todo, un juego, una excusa para conocer lugares de la mano de otros viajeros, contarnos historias, viajar aunque no tengamos la oportunidad de hacerlo, encontrarnos. Se realiza una vez al mes y las temáticas se eligen en el grupo Veo veo en Facebook, y por medio del hashtag #VeoVeo en Twitter y otras redes sociales. ¿Querés jugar? ¡Veo veo! ¿Qué ves?
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Qué hermosa que esta fiesta!
En dos oportunidades tuve la suerte de estar en ella y siempre me maravilló!!
Por si no lo leíste: http://rumbeandoporahi.blogspot.com.ar/2013/08/veo-veo-una-calle-repleta-de-gente.html
Ahora vendrá la otra versión!
Un abrazo Vito!!!
Me encanatan todas esas cositas mini! aca en Liniers también las venden y ademas fetos de llamitas, eso me dio impresión. Pero no sabía bien como las usaban… siempre se aprende algo nuevo!
Respondemos a tu pregunta final: deseamos leer muchos veo, veo como este. Nos gustó mucho y nos resultó muy curiosa fiesta. Felicidades.
Que bonito, no conocía esa costumbre, pero el Ekeko si que lo conozco desde hace tiempo, en mi pueblo en Colombia se ve 🙂
Saludos…