Entramos en Ecuador por la columna vertebral de nuestro continente, la Cordillera de los Andes, y ésta sería protagonista de encuentros naturales casi sobrenaturales (redundancia buscada no culpógena). Es que es tan imponente, vasta, infinita. Nos regaló vistas de esas que dejan sin aliento, sin palabras, porque el silencio es una buena manera de elogiarla. Admirarla fue inevitable. Y en este país tan pequeño y concentrado, para ir de un lado al otro hay que atravesarla todo el tiempo, y verla,  sentirla, disfrutarla y, por qué no, sufrirla…

Nuestra primera noche en tierra ecuatoriana fue en Otavalo. La primera ciudad a la que yo regresaba en todo este viaje. En algún momento temí, equivocada, de que las sorpresas ya habían quedado atrás, quizás llegaba el momento de repasar lugares que me habían gustado mucho hacía unos años, pero ya no habría tanto asombro.

Lo poco que creía recordar de este sitio se caía por la borda mientras caminábamos una larga ciudad, que yo tenía como un pequeño pueblo en mi mente. Pero una vez en la Plaza de Ponchos todo regresó a mis pies. Despertamos por la mañana al día siguiente en el último piso de un hotel para descubrir un paisaje como pintado en un lienzo. Teníamos en cada flanco de la vista de la terraza un imponente pico nevado que nos iba adelantando los mil asombros que las cumbres ecuatorianas nos deparaban. Estábamos boquiabiertos con esta bienvenida de la naturaleza cuando aparecieron nuestros amigos Ine, Facu y el Chico. La LatinoameriKangoo estaba lista para que subamos a la Laguna de la Cuicocha donde pasaríamos una tarde relajados, compartiendo unos mates y esperando que los picos nevados celosos se dejaran ver (y fotografiar).

Chico nos sacó una buena foto!

Chico nos sacó una buena foto!

La Plaza de los Ponchos se tiñe de mil colores durante el día, con las artesanías (cada vez menos artesanales…) y no menos sabores por la noche, cuando las doñas estacionan sus carritos, prenden el fuego y preparan platos típicos generosos y económicos 😉 . Y muy cerca de Otavalo está Peguche, una comunidad indígena amable y sonriente que guarda un tranquilo bosque con una encantadora cascada. Nada mal para empezar a tener las primeras nociones serranas de Ecuador…

La llegada a Quito fue en principio para planear la escapada en caravana al Volcán Cotopaxi, ya habría tiempo para descubrir que es una ciudad bellísima más adelante…

Y digo en caravana porque estábamos motorizados y acompañados. Nosotros con los chicos de Latinoamerikangoo, pero en el Parque La Carolina se generó un hermoso pseudo asentamiento de viajeros motorizados (con una gran mayoría de argentinos). Así que un buen día, calentaron motores y allá partieron: Fede, Sofi y La Blanquita en punta, como líderes de los caminos; Contigo Pan y Morcilla, Whipay Circo Sobre Ruedas, Abrazamundos, La Camio de Viaje y la infalible LatinoameriKangoo. Éramos la sensación de las estupendas carreteras ecuatorianas, rumbo al Parque Nacional Cotopaxi. En la mera entrada se armó el campamento con el fogón de rigor para afrontar la estadía con un frío que trepaba conforme el sol se ocultaba. Mariano y yo, los polizontes sin ruedas ni motor, nos tuvimos que ingeniar para convencer a los guardaparques que nos dejen pasar la noche en una de las habitaciones de su refugio. A la noche siguiente no tendríamos la misma suerte, se esparaba la llegada de «Altas Dignidades» (sic), pero antes debíamos acercarnos a la cima.
La caravana lista para encarar al gigante Cotopaxi

La caravana lista para encarar al gigante Cotopaxi

El Cotopaxi es una belleza que se eleva 5897 mt, un cono perfecto que se puede apreciar en todo su esplendor desde la Laguna Limpiopungo si el día acompaña (dentro de la misma Reserva), cosa que no sucedió en nuestro caso. Se puede llegar por carretera hasta el primer refugio de alta montaña, nada menos que a 4800 msnm. Allí nos recibió un zorrito y una incipiente nevada a temperatura gélida. Los más valiente se animaron a seguir caminata hasta el segundo refugio durante una hora más. Yo en cambio, junto a algunos pocos que no voy a nombrar para cuidar orgullos, nos quedamos al abrigo de la traffic de los Whipay!
Al día siguiente, antes de partir, pudimos confirmar lo que sospechábamos: la «Alta Dignidad» que tan nerviosos tenían a todo el personal del parque, no era otro que el Presidente de Ecuador, Rafael Correa. Y también pudimos comprobar que el tipo es un copado de la vida (y muy guapo 😉 ). Había subido a hacer cumbre y en la bajada detuvo la comitiva para saludar a los viajeros argentinos que lo agasajamos a pura chacarera y mate.
El abrazo de un Presidente

El abrazo de un Presidente

Muy cerquita del Cotopaxi se puede llegar hasta la preciosa Laguna de la Quilotoa, un espejo de agua color esmeralda formado en el extinto cráter de un volcán. La baja temperatura siguió siendo la principal protagonista, pero nada que un buen guiso al fogón del campamento motorizado no pueda derrotar!
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No todo volcán en este país requiere de resistir al frío polar de las alturas. En Baños de Agua Santa encontramos un lugar casi idílico. Un valle entre verdes montañas, cascadas alucinantes, aguas termales y milagrosas, todo alrededor de un todopoderoso y activo Volcán Tungurahua que marca el día a día del pueblo y su gente. Tal historia se puede conocer en las pinturas de su Iglesia principal donde se grafican y narran las sucesivas erupciones y las situaciones milagrosas derivadas atribuídas a su protectora, la Virgen de Agua Santa que tiene su Ermita a los pies de una de las cascadas, junto a las piletas termales.
La mejor vista del rugiente volcán se pueden obtener desde La Casa del Árbol. Un lugarcito para todos los románticos que alguna vez soñamos con tener una casita de madera y un columpio en un árbol que invita a soñar con los ojos bien abiertos. Tomen impulso y pidan un deseo…
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Pero si me preguntan a mí, el pico más hermoso de este país (y uno de los más lindos que me tocó conocer en el mundo) está más al sur, muy cerca de Riobamba… el Chimborazo. Es el más alto de Ecuador y por lo tanto el más alejado al centro del mundo, estirándose a 6.268 msnm. Gracias a Naty que nos recibió en Riobamba a través de Couchsurfing, pudimos desplegar toda la logística necesaria para llegar como queríamos: a dedo. Una vez más la admirable infraestructura vial del país jugaba de nuestro lado, ya que hay una carretera que pasa por la exacta puerta de ingreso al Parque. Desde ahí hay un camino, de tierra, pero impecable, que llega hasta el primer refugio.
Empezamos a caminarlo, ya que nos dijeron que nos demoraría solamente unas dos horas hacerlo. Por supuesto el frío fue en aumento y para completar el panorama, empezó a llover y la lluvia a esta altura es una especia de agua-nieve… no terminamos de lamentar nuestra suerte que ya estaba pasando Mauricio en su camioneta calefaccionada con un grupo de turistas alemanes, y por fortuna de nuestros piecitos helados se apiadaron de nosotros. El refugio se encuentra a unos 4900 metros y de allí queda caminar poco más de una hora hasta el segundo refugio, o la cima si se animan (y están bien preparados). El frío y la nieve fueron tenaces, y el segundo refugio se encontraba cerrado por trabajos de mantenimiento, así que nuestra estadía a más 5200 msnm fue breve.
Sonrisas a más de 5000 metros de altura, en el Chimborazo

Sonrisas a más de 5000 metros de altura, en el Chimborazo

Regresamos a la primera parada a tomar algo caliente y bajamos, también «a dedo», esta vez en un autobus que llevaba unos 20 turistas europeos, y que nos dejó en algún lugar sobre la ruta. Mientras los gringos íban a almorzar a un paquete y calefaccionado restorán, nosotros pasamos uno de los mejores momentos de todo este viaje… es imposible cansarse de apreciar esta belleza natural, en medio de un silencioso páramo de pastizales amarillentos, ovejas y vicuñas. A ver quién adivina cuántas fotos sacamos en este paraíso…?
Uno de los lugares más hermosos del mundo, o no?

Uno de los lugares más hermosos del mundo, o no?

El Soroche y Yo

El mal de altura o Soroche me sorprendió cuando menos lo esperaba. En mi altímetro personal nunca había tenido mayores problemas con las alturas. Incluso habiendo llegado directo de Buenos Aires a Cusco en el 2010, el acuso de recibo no pasaba de la disnea (dificultad para respirar) ante caminatas simples en los primeros días en la ciudad. En este viaje, llegué siempre a las alturas a un paso lento y de adaptación fisiológica, que es lo más recomendado.

De todos modos cada organismo tiene sus límites muy particulares y el mío lo puso a los 5000 metros. Quizás por eso cuando visitamos el Cotopaxi y yo me planté al abrigo de la trafic de los Wiphay estacionada a 4800 msnm no sentí otra cosa que frío insoportable. Pero al llegar al precioso Chimborazo la historia fue diferente. Desde el primer refugio el segundo se ve tan cerca… Nos tomó casi una hora de caminata llegar hasta ahí y lograr tocar la nieve y sentirla cayendo sobre nosotros, pero el frío era demasiado y decidimos regresar, ya que ese refugio no estaba abierto para hacerle honor a su nombre. Ya no estaba muy en mis cabales que digamos. Estaba muy callada, y todo costaba el doble, caminar, mantener las manos fuera del congelamiento, pensar. Ya en el refugio pudimos tomar algo caliente, yo no lo dudé y elegí un té de coca, y preferí no comer casi nada.

Luego de unas horas de estabilidad empezó mi debacle. Esperábamos a Naty en el centro de Riobamba y comenzó a dolerme la cabeza y me noté fácilmente irritable. No tenía ganas de nada más que llegar a la casa, bañarme y tomar posesión de la cama. Tomé otro té de coca y me recosté en la oscuridad para que nada me alterara.

El dolor de cabeza fue siempre en aumento por las siguientes cuatro horas, nada lo aliviaba. No podía encontrar una posición cómoda, me dolía el cuerpo, sentí que no regulaba la temperatura y pronto comenzó lo peor: el mareo. No podía quedarme quieta pero al moverme todo quedaba patas arriba! Fue un largo viaje de montaña rusa que duró más de una hora hasta que llegó el desenlace a la vez temido y deseado. Aunque no había sentido en ningún momento malestar digestivo, el mareo sólo era en la cabeza, vomité violentamente. A partir de ese momento el dolor de cabeza comenzó un lento descenso que se perdió en la noche. Lo último que recuerdo es la calidez de la mano de Mariano sobre mi frente, mientras la licuadora en la que me sentía naufragando se detenía de a poco… Por fin pude conciliar el sueño, cosa que en un momento me pareció imposible. Al día siguiente no quedaba más que un mal recuerdo y la alerta para el resto del viaje.

Pese al soroche, el balance de todo este camino fue más que positivo...

Pese al soroche, el balance de todo este camino fue más que positivo…

DATOS ÚTILES

ENTRADAS: Todos los Parques Nacionales en Ecuador son GRATUITOS (¡Viva la Revolución!).

OTAVALO: Hay una mucha variedad de alojamiento en calidad y precio, desde 5 a 10 dólares en el rango económico. Comer en la Plaza de Ponchos por la noche cuesta desde 1 dólar el plato 😉 . Para llegar a la Laguna de la Cuicocha, sin tener movilidad propia, pregunten por el autobús que más los acerca al ingreso y luego caminar! Peguche está muy cerca, es un pueblo bien chiquito y se puede encontrar alojamiento en casa de familia desde 2 dólares. El ingreso al Bosque de la Cascada cuesta 2 dólares.

COTOPAXI: Teóricamente no se brinda servicio de alojamiento en el Parque, pero nosotros hablamos amablemente con los guardaparques y nos permitieron dormir en la cabaña que tienen. Hay varios dormitorios allí y parecían estar siendo preparados para sumar este servicio. Se puede acampar en varios sitios, pero se debe realizar sólo si se cuenta con el equipamiento necesario de la alta montaña (y las bajas temperaturas). El transporte público no ingresa hasta la entrada del Parque, se deberá contratar un servicio de transporte privado o bien hacer dedo 😉 .

LAGUNA QUILOTOA: Los poblados más cercanos son: Latacunga (donde llegan los buses desde Quito), Zumbahua y la misma comunidad de la Laguna. En todos ellos se puede encontrar hospedaje de todo tipo, desde 4 a 20 dólares por persona.

Bajo el Pailón del Diablo

Bajo el Pailón del Diablo

BAÑOS: Destino infaltable en todo paso por Ecuador. Desde aquí se puede acceder a paseos en bicicleta por campos y cascadas, deportes de aventura, e incluso llegar a las puertas del Amazonas. El hospedaje es muy variable en precio y calidad, y según las temporadas, pueden encontrarse habitaciones de 7 dólares. Para llegar a la Casa del Árbol se puede tomar un paseo en bus (del tipo «city tour»), o hacer una caminata de unas 2 horas. La Cascada Pailón del Diablo se encuentra en realidad en el pueblo Río Verde a donde pueden llegar pedaleando, haciendo dedo o en bus. Es de concesiones privadas, en la más económica (y de mejor vista) les cobrarán 2 dólares por el ingreso. Hay varios senderos y circuitos para hacer caminando o en bicicleta, disfrútenlos a todos!!

CHIMBORAZO: Se puede llegar desde la ciudad de Riobamba fácilmente por carretera hasta el ingreso del Parque. Les recomiendo que salgan muy temprano en la mañana en un bus desde el terminal de la ciudad hacia Guaranda (2 dólares). Una vez en el Parque, hay que caminar o esperar que alguien de buena voluntad ingrese en un vehículo con espacio para subirlos hasta el último estacionamiento en el primer refugio. Todo este camino es sencillamente bellísimo!

3 Respuestas

  1. Isabel

    Relato impecable. Adjetivación precisa. Transmisión inobjetable de sentimientos e impresiones… Una joyita ( Ecuador… o mi Vito??? ) Gracias!!!…Desde Tanti, un lugar más previsible, hoy fresco , un abrazo!!!

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    • Vito

      La hija de la «literata» va mejorando?? Ojalá que sí!
      Gracias mamita por el comentario y por la motivación de siempre!
      Abrazos desde la altura de La Paz 😉

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