En mi compu hay una carpeta desde hace años que se llama “Viejas”, hasta tenemos un grupo ultra secreto en face… ejem, no dije nada. “Vieja” es como empiezan varios de mis mails, y no precisamente por la vieja ´e casa, mi madre, a quien llamo de muchas formas menos “vieja”. No, en mi vida, las “viejas” son éstas…

Mis "Viejas" queridas! (que se banquen el escrache, no?)

Mis «Viejas» queridas! (que se banquen el escrache, no?)

“El Rincón de la Vieja” fue lógicamente una de las primeras cosas que me llamó la atención cuando me enfrenté a un mapa costarricense. Es uno de los tantos Parques Nacionales con uno de los tantos volcanes de la zona. El poblado más cercano a la entrada al Parque se llama Curubandé. Desde Bijagua el dedo sólo nos pudo llevar hasta Liberia, una de las principales ciudades del país y como tal nos mufó totalmente el autostop. Luego de estar más de dos horas bajo el sol en la ruta nos dimos por vencidos (sí, teníamos poca tolerancia por aquellos días) y caminamos lentamente hacia el terminal. Fue frustrante, eran sólo 20 kilómetros los que nos separaban de nuestra meta. Karma viajero le llamamos…

Tal vez si uno tiene vehículo sea más conveniente pasar la noche en Liberia, que tiene más opciones y variedad de precio. De eso nos dimos cuenta estando ya en Curubandé donde encontramos un camping manejado por un simpático holandés, no por muy sonriente menos comerciante! Allí, como en todo Costa Rica, se paga por TODO, pero consideramos que 1 dólar extra para poder usar las ollas y utensillos de cocina es un exceso. No es el precio, es la actitud. Con las convicciones hay que ser firmes! Guardamos las sopas y decretamos días de sánguches para todos.

Desde el camping hasta el ingreso del Parque teníamos los ya clásicos 9 kilómetros. Por supuesto hay muchas opciones de transporte, entre 5 y 15 USD cada tramo. Y por si eso fuera poco, en el medio hay un mega hotel que bautizó como propiedad privada una parte del camino y para transitar por ella (que es obligado) hay que… – todos juntos – PAGAR.

Resolvimos el transporte fácil y rápido: a dedo. Una pareja de alemanes cincuentones nos llevaron en su 4 x 4.

El Parque ofrece varios senderos. El más largo es hasta el cráter principal y permanece cerrado desde marzo de 2012 por el incremento en la actividad volcánica. De lo que quedaba, lo más interesante para disfrutar y observar la actividad geotérmica es el Circuito Circular, como su nombre lo indica, una vuelta de unos 3 km. También se puede recorrer varios km en sentido contrario hacia unos ríos y cascadas, y hacia allí encaramos nosotros para comenzar.

Cambio rotundo de paisaje

Cambio rotundo de paisaje

El camino hacia la Cascada La Cangreja, de casi una hora y media, nos dejó comprobar las notables diferencias de suelo y clima con todo lo vivido antes en este país. La región de Guanacaste, donde nos encontrábamos, es de un calor agoviante y ya no teníamos barro a nuestros pies sino hojas y pastizales secos. “Agua?? sólo en la ducha!”, nos dijo el holandés del camping. Aquí casi nunca llueve, y se nota a cada paso resquebrajado y crujiente del paseo. Árboles misteriosos y gigantes raíces sedientas se asoman por entre las piedras del camino. El chapuzón a la llegada de la cascada fue más que ansiado y merecido.

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Cascada La Cangreja

El recreo en el agua helada se estiró casi una hora. Volvimos por los cálculos de tiempo contemplando el pic nic en la entrada del Parque y la vuelta por el circuito geotérmico.

“Si las clases de geografía y biología fueran así de interactivas y divertidas…” pensaba yo mientras nos cruzábamos niños de todas las edades saltando entre ramas y asombrándose de las bocanadas azufradas de la tierra. Cada 500 metros había una ventana a lo que sentíamos como el corazón del planeta.

Plop, desde lo más "hot" del planeta

Plop, desde lo más «hot» del planeta

Este sector del Parque se llama “Las Pailas” justamente porque se forman ollas de agua o barro en constante ebullición. Como en Rotorua, Nueva Zelanda, el olor es espantoso por el azufre emanado, pero es increíble ver como salen las fumarolas de entre las piedras o las burbujas enigmáticas en las pailas. Los gases se montan al aire buscando una salida por entre las ramas de los árboles que conviven con esas bocas malolientes y húmedas, mientras los rayos del sol intentan bajar al suelo… la congestión que se genera en el aire es casi psicodélica.

Naturaleza psyco

Naturaleza psyco

A nuestro regreso a la caseta del guardaparques la intriga no me dejó seguir: “¿Por qué se llama Rincón de la Vieja?”. Y así fue que escuchamos la intensa leyenda shekspiriana que se esconde en este extraño bosque. Curubanda fue una princesa enamorada de Mixcoac, el hijo del jefe de la tribu enemiga. El padre de la princesa, no muy de acuerdo con la unión, se encargó de que el jóven fuera a parar dentro del cráter del volcán. La mujer desconsolada se instaló en las cercanías del volcán hasta que nació un niño fruto del amor prohibido. Le pareció que la mejor manera de que padre e hijo se vincularan fuera que el niño siguiera el mismo destino de su amor, y ella misma lo arrojó al interior del volcán. Desde entonces se dedicó a mejorar sus habilidades de curandera, valiéndose de los materiales que la naturaleza le proveía. La gente que iba a recibir sus tratamientos decía “voy al Rincón de la Vieja”... las mariposas coloridas que nos cruzamos constantemente son las almas de los enamorados y su hijo, y el murmullo de ríos y cascadas son los cantos de la princesa despojada.

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Creer o reventar, pero con el halo de magia y misterio nos fuimos del parque y comenzamos a dejar atrás a Costa Rica, un país riquísimo en naturaleza y aire puro, en sonrisas y amabilidad, más adelante se nos iba a truncar el deseo de seguir recorriéndolo, pero eso es otra historia.

el ocaso de nuestros días en Costa Rica...

el ocaso de nuestros días en Costa Rica…

Sobre El Autor

Soy Vito. De raíz riojana y treinta y pico de años. Viví también en Córdoba, Mar del Plata, Buenos Aires. Viajé por Nueva Zelanda, Cuba, Italia, Bolivia y otra veintena de países más. Pediatra de vocación y formación, y en los ratos que me hago entre el trabajo “serio” trato de aprender algo nuevo (tejer, cocinar, fotografiar, hablar otros idiomas, lo que sea). Amante del yoga (a.k.a. “profesora”), curiosa ayurvédica. Estudio y trabajo con la salud y la enfermedad, pero a mí lo único que me curó fue viajar. Una vez sentí que era hora de poner los pies en la tierra… y lo tomé demasiado literal, quizás.

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2 Respuestas

  1. erikasenoff

    Acá en Cba también hay una historia parecda, pero del embudo del Dique San Roque!..cuando vuelvas, te la cuento! 🙂

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