Después de almorzar maníes malayos y uvas tailandesas en la tercera clase del tren a Bangkok, mientras una niña juega con mi pelo, voy a contarles lo que fue llegar a Tailandia.
Todo comenzó hace algo más de 24 hs. Desperté en la paradisiaca isla chica de las Perhentian, desayuné a lo grande, y tomé el bote de las 12… Que salió tipo 12.40 de regreso a Kuala Besut. En la isla conocí a algunos argentinos que iban a hacer el mismo cruce el mismo día que yo quería hacerlo, así que desterré la idea de cruzarme Malasia hacia el Oeste para cruzar la frontera por ese lado. Sucede que la mayoría de los viajeros habla de los peligros de la frontera del Este. Donde podía nacer semejante temor más que en la Lonely Planet (está claro que no me simpatiza, no?), en la guía directamente dice que si estas a dos metros de la frontera Este cruces el país para llegar a Tailandia por el Oeste. Y en consecuencia, todos lo hacen. Me daba mucha bronca tener que gastar tiempo y dinero en hacer ese recorrido. Los locales me decían que si bien dos pueblos de la frontera Este están en conflicto, no se meten con los turistas, y en general no pasa nada. Cuestión que una vez que supe que alguien más lo hacia, y que mejor que compatriotas del dulce de leche, ni lo dude, me voy por el Este.
Los chicos salían desde otro puerto de la isla, y habrán salido en horario o no, lo cierto es que no los vi más. Yo llegué casi una hora más tarde de lo planeado a Kuala Besut, y en mi bote venía Armin, un austriaco que iba hacia Bangkok, así que era aún mejor porque no quería que nadie me tentara con más playas para avanzar hacia el norte. En el puerto se nos sumó Elina de Holanda, quién en vez de tentarnos con la playa, se dejó tentar por nosotros y se sumó al viaje a Bangkok. Un gran error fue aceptar la propuesta de un taxista que nos dijo que nos llevaba a una estación de buses donde podríamos tomar uno hacia la frontera. Nos llevó sí a una estación, pero desde ahí no salían viajes a la frontera. Teníamos que ir a Kota Barhu. Podríamos haber ido directamente desde el puerto por lo mismo que terminamos pagando el taxi. Esperamos media hora de calor agobiante y finalmente el colectivo nro 3 de City Liner nos llevó en un lento viaje a Kota Barhu. Ahí sólo 15 minutos de espera y ya estábamos en el nro 29 que nos llevaba a nuestro destino. A nosotros y a decenas de locales, así que la hora y media de viaje fue parada.
El atardecer nos enganchó a metros del río que separa estas dos naciones, y nos fuimos para Tailandia.
Simple trámite migratorio, donde por primera vez esta sudaca se vio beneficiada: tres meses de libertad en tierra tailandesa contra dos semanas a los europeos, que pueden hacer una extensión luego con alguna moneda a cambio.
Y ahora podía ser un chiste «un austriaco, una holandesa y una argentina entran caminado a Tailandia…» y no se me ocurre más. Pero ahí estábamos, tres viajeros extranjeros cruzando desde Malasia por el Este y llegando a Tailandia con nuestros órganos y pertenecias en su lugar. Estruendos y bombas? Sí, por los fuegos artificiales del pueblo (la bienvenida?).
Cosas locas de fronteras: pocos metros para volver el reloj una hora, pero pasar al año 2555!
Lo único terrible que sucedió esa noche fue que tuvimos que esperar que dejara de llover para salir a cenar. Pero se largó a llover diez segundos después de que entramos a la habitación del hotel, así que ni siquiera nos quejamos de eso! En el camino hacia la cena, un chico paso montando un «cachorro» de elefante… Bienvenidos a Tailandia!
El timming perfecto se terminó al día siguiente. Nos levantamos y sin siquiera desayunar fuimos a la estación de tren para enterarnos que no había más lugar en el primero. En el segundo servicio (e último del día) sólo había un lugar en primera clase. Para un viaje de casi 24 hs, era lo que estabamos buscando, pero cuando vimos las cuatro cifras del precio nos decidimos por vivir la experiencia de cruzar Tailandia en tercera clase.
Las primeras horas no fueron nada. Hasta las disfrutamos. Nuestro compañero de asiento era Junnosek, un japonés, con quien tuvimos taller de origami y japonés básico.
Al acercarse la noche, el tren efectivamente se llenó de gente, y dormir fue una misión imposible para mi, un poco por la incomodidad, pero el ruido y la luz prendida fueron peor, se ve que voy olvidando lo primero que me enseñó la residencia: a dormir como sea y donde sea. Hicimos lo que pudimos, intercambio musical, charlas sobre cómo viajar en los distintos continentes representados, vimos fotos, comimos, y yo le metí mucha pila al blog, por eso lo tienen actualizado esta semana!
Viajar en tren siempre es una experiencia recomendable de vivir donde se le brinde a uno. Este caso es un poco extremo, por lo largo del viaje y la incomodidad de la tercera clase, pero no por eso menos interesante.
Bueno… estoy leyendo con retraso, pero ME ENCANTÓ LO DEL ORIGAMI!!!! Siempre quise aprender… Me vas a poder enseñar??? Quiero hacerle una grulla a la Maite….
Hola, tengo una pregunta, existen buses o trenes para cruzar de Malasia a Tailandia? e buscado como loca pero no encuentro nada.
Gracias.
Hola!! Sí, claro que se puede, justamente aquí relato cómo crucé desde Malasia a Tailandia por tierra. Desde Kota Barhu fui en bus hasta la frontera misma, ahi cruzás caminando hacia el lado Tailandés y a poco metros ya tenés la estación de tren desde donde podés llegar hasta Bangkok. No hay mucha info en la web, capaz que desde pag de Tailandia podés ver los horarios de ese tren, creo que es uno o dos por día. Nosotros llegamos muy tarde a la frontera y ya no podíamos tomar tren hasta el día siguiente. Hay muchos lugares donde dormir y comer, es barato y relativamente seguro, pero no me quedaría por la calle hasta muy tarde ni sola ;).
Eso es el paso por el Este. En el lado Oeste es mucho más popular y creo que el tren desde Malasia cruza la frontera hasta Bangkok también, pero eso te vas a enterar ahi mismo más fácil que por la web. Podés viajar desde Penang, que de paso es un lugar hermoso para visitar!!
Saludos!!
Aprendiste a hacer grullas de origami????????? yo sé hacer también!!! t enseño a la vuelta! 🙂
aprendí en ese larguísimo viaje en tren… pero ya me olvidé, así que un taller para refrescar la memoria no me va a venir mal 😉