Nunca me hubiera imaginado que Buenos Aires y el Desierto, opuestos casi por definición, fueran a tener algo en común para mí…

La primera vez que escuché la banda Tinariwen estaba terminado un día de calor sofocante en Hassie Labied, a pasitos de las Dunas de Erg Chebbi en Marruecos. La última vez que los escuché, la semana pasada, estaba sudando la gota gorda en medio de la multitud que agotó las entradas de su primer show en Buenos Aires. ¿Pasé por el infinito, donde los paralelos se tocan?

Aquella noche marroquí, en esa terraza, estábamos dispuestos a cenar cuando se acercó el encargado a tomar nuestro pedido, nos pidió una recomendación en TripAdvisor y nos dijo “espero que les guste la música”. Ese disco (“Tassili”, 2011) se grabó como lo escucharíamos la noche siguiente, en una jaima en las dunas bajo las estrellas, pero algunos kilómetros más allá, en Argelia. Querían plasmar la esencia del desierto, debía ser grabado allí. Donde cualquiera podría ver nada, ellos encontraron la inspiración. Pero no es casual, llenar las retinas de infinitos tonos ocres bañados por el sol genera algo especial. Será el silencio, la soledad, el aire limpio apenas rozando la piel, el amplio horizonte? Buenos Aires carece de todo eso, lo sabe, incluso se enorgullece de ello.

Las luces por fin se apagan. La luz azul inunda el escenario y nos pone en una situación casi onírica. «You are welcome to the desert», dicen para dar inicio a la sesión, marcar su territorio, llevarnos lejos de la gran metrópoli por unas horas.

(Foto: facebook.com/tinariwenmusic)

(Foto: facebook.com/tinariwenmusic)

“Nuestra música es la prueba de que hay armas más eficientes que las tradicionales”, es una de las declaraciones de principios de la banda. La guitarra Tuareg habla de temas universales para su gente: la nostalgia, la pérdida, la belleza de la naturaleza y en especial, su necesidad de levantarse juntos para tomar el control de su propio destino.

Los Tuareg descienden de nómadas milenarios, luchan en el Norte de Mali por el reconocimiento de su autonomía política y cultural, y hoy Tinariwen permite que su música viaje también por el mundo, llevando un mensaje de paz y unidad. Utilizan metáforas del dialecto Tamasheq, de la poesía tradicional Tuareg… son conscientes de que su mensaje podría tener mayor alcance usando idiomas como el inglés o el francés (hablado oficialmente en Mali), pero sería quizás una traición al mensaje mismo? La respuesta es más simple: la mayoría de los integrantes de la banda sólo hablan (y entienden) su propio dialecto. Durante el show sólo dicen “Gracias” y “Merci beaucoup”. Claro, es la expresión que cualquier viajero que se precie de tal aprende en el idioma local del lugar que visita.

Tinariwen.com

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Entre el diverso público palermitano de la noche porteña nos sentimos más bien incómodos (qué raro), pero creemos notar fácilmente quiénes de los presentes vivieron una experiencia similar a la nuestra en las dunas. Hay gestos cómplices que nos encuentran en las palmas, en la serenidad con la que sentimos el ritmo que se apodera del lugar, sin pogo, más bien, con los pies en la Tierra.

De pronto, el constante agradecimiento que acompaña cada intermedio de canciones se interrumpe con un tímido y entrecortado “Are you happy?”, la audiencia aclama enardecida como si Luis Miguel hubiese dicho “¡¿Cómo están esta noche?!”. Pienso en silencio mi respuesta. Estoy hace largo rato fuera de contexto, como en un trance, e íntimamente conectada con esa primera vez en que vi todas las estrellas del firmamento sobre mí.  Recuerdo la lección que el desierto nos dio: “La prisa mata”, y Buenos Aires asiente desde la vereda de enfrente.

Soy un viajero en el desierto solitario,
 no es tan especial.
 Puedo soportar el viento
 puedo soportar la sed
 y el sol
 Sé como seguir y andar
 hasta el atardecer;
 en el desierto llano y vacío, donde nada se regala
 mi mente está alerta, despierta.
He trepado arriba y abajo
 las montañas donde nací,
 conozco las cuevas donde se esconde el agua (…)
 
Amassakoul ‘N’ Ténéré – Viajero del Desierto

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Recomiendo muchísimo escuchar esta banda, y otros músicos Tuareg como Tamikrest y Bombino; y para los que no pudieron ver a Tinariwen en vivo aún, a estar pendientes que parece que regresan a Sudamérica en septiembre 😉

Sobre El Autor

Soy Vito. De raíz riojana y treinta y pico de años. Viví también en Córdoba, Mar del Plata, Buenos Aires. Viajé por Nueva Zelanda, Cuba, Italia, Bolivia y otra veintena de países más. Pediatra de vocación y formación, y en los ratos que me hago entre el trabajo “serio” trato de aprender algo nuevo (tejer, cocinar, fotografiar, hablar otros idiomas, lo que sea). Amante del yoga (a.k.a. “profesora”), curiosa ayurvédica. Estudio y trabajo con la salud y la enfermedad, pero a mí lo único que me curó fue viajar. Una vez sentí que era hora de poner los pies en la tierra… y lo tomé demasiado literal, quizás.

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5 Respuestas

  1. kiki ms

    Hacía rato que no me hacías moquiar, chinita !! Ahora voy a escuchar esa música que describiste.

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  2. Rebeca

    Que bella historia, el mundo es un pañuelo como dicen por ahí! Que buena forma de compartir su historia y preservar su cultura, un método no violento 🙂 me lleno de alegría el día tu experiencia! saludos!

    Responder

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