«… Y a dónde voy? Siempre voy a buscar lo que es mío, 
aunque el planeta termine en un círculo
y el final es en donde partí.»

«El Final es en Donde Partí», La Renga

Son sólo 138 kilómetros desde Chamical a La Rioja, estaba claro que era la última parada. El último revoleo al viento del dedo. No había nada que me impidiera dormir en casa esa noche. Pero estaba muy cansada, habíamos dormido poco y mal en la estación de servicio sobre la ruta 38, en Villa de Soto. Fue el piso muy duro, la humedad y el frío, o simplemente la ansiedad? Estuve a punto de abortar la misión y caminar hacia la terminal para tomar un colectivo que nos dejara finalmente en mi ciudad.

Las bondades de la Ruta 38, en Cruz del Eje

Las bondades de la Ruta 38, en Cruz del Eje

Mariano decidió que si hacíamos un cartelito que dijera “La Rioja” íbamos a ayudar a la suerte. Y la suerte quiso que pasara Daniel, un conductor que como tantos otros andaba manejando la ruta en ese momento pero, como ninguno, se detuvo y se convirtió en el último aventón.

Vamos que falta poco!

Vamos que falta poco!

Durante el viaje iba viendo la ruta, los campos, mis montañas, los chivos, los olivares… me lo sabía casi de memoria. Viví en Córdoba durante siete años y varias veces viajé por este camino durante el día, aunque fuera más cómodo viajar por la noche. Siempre recuerdo que pasar por Patquía me hacía sentir que ya había llegado y, por esa sensación, los últimos 60 kilómetros se convertían en interminables. Si ya estaba anocheciendo, era peor, porque las luces de una ciudad se ven y nunca se terminan de alcanzar. Habiendo pasado tanto tiempo, me sorprendía recordar detalladamente el camino.

También, y mucho más, me sorprendía mi tranquilidad. La última vez que me fui de la ciudad era febrero del año 2012. Hace varios meses que venía imaginando esta llegada, con violines y lágrimas. Tal vez el corazón acelerado. En cambio, yo estaba tranquila, y lo único que hacía de esta una llegada diferente era una mini sonrisa, constante y sin motivo concreto, como cómplice conmigo misma, mientras escuchaba atenta la charla de Daniel.

Su voz era familiar, no porque lo conociera, sino por la tonadita que tanto extrañaba. Y saliendo de una garganta masculina, me era inevitable pensar en mi papá, mi hermano, mis primos, mis amigos. Era inminente verlos y escucharlos a todos. Eso me pintaba la sonrisa de colores.

Hemos conocido muchísima gente viajando a dedo. Perfiles e historias de vida diversos. Algunas conversaciones son más difíciles de llevar que otras, o menos naturales quizás: “Mhm”, “Sí, claro”, “Qué bárbaro…” son los únicos comentarios que puedo agregar en situaciones en las que no me animo a discutir, o no vale la pena. Pero Daniel era de los copados, por suerte. Le generaba curiosidad esto de “Nos fuimos hace dos años”. Tiene un amigo que hace eso, viajar. Le gusta, aunque reconoce que no es para él. Respetaba y admiraba nuestras decisiones, la de irnos y la de volver.

La Rioja es una ciudad chica, con alma de pueblo diría. No le pregunté a qué escuela fue, ni si tuvo clases con mi mamá, pero resultó ser casi vecino nuestro. “¿A qué barrio van?” nos preguntó sin que tuviéramos tiempo a preguntarle a qué parte de la ciudad iba él. Quería ser nuestro cómplice.

Hay dos accesos, pero para mí a La Rioja se entra por el Sur. Es el acceso que está más cerca de mi casa, al que iba a correr o andar en bici, el que está también cerca de la casa mis amigas y mi papá, el que llega a la cancha donde iba a ver los partidos de la Liga Nacional de Básquet. Daniel tenía que entrar por ahí, y eso me subrayaba la sonrisa. Como si fuera nuestro chofer personal, me preguntaba en qué esquina doblar. Teníamos que preparar la sorpresa, si no nos hubiera dejado en la puerta.La tranquilidad de la soleada siesta provinciana completaba la escena de manera ideal. Y yo seguía sin taquicardia.

Entrando por el acceso sur a la ciudad de La Rioja

Entrando por el acceso sur a la ciudad de La Rioja

Me resulta muy raro pensar que el viaje se terminó. Hasta ahora siempre había un pero. Entramos a Argentina, pero vamos a viajar un poco por ella antes de llegar a La Rioja. Llegué a La Rioja, y aunque es también algo temporal, porque no me voy a quedar a vivir aquí, el viaje se terminó. Ya puedo desmantelar la mochila. Ya puedo verme con ropa distinta. Ya puedo dejar de contar cada uno de los gastos del día. Ya no tengo que buscar ni averiguar qué hacer en… El viaje se terminó, y suena muy extraño. Es tan (o más) desafiante y atemorizante como lo fue empezar el viaje.

Mariano dice que yo llegué mucho antes de llegar. Quizás sea así, y por eso no pasó nada de lo que me imaginaba. Puede haber regreso sin emoción? No creo. Puede haber emoción sin lágrimas? Sí. Por supuesto, mi mamá estaba durmiendo la siesta. Pueden darse reencuentros en pijamas? Sí.

Quizás me imaginé que sería como otros regresos: me bajo de un avión y llegué; llega el colectivo a la terminal y llegué; entro a casa y llegué. Pero este viaje rompió con tantas cosas que de repente llegar no fue volver. Hay muchos volver, tengo que muchas notas para organizar y empezar a compartir aquí, y también que muchas cosas, ropa y vida social para ordenar!

Hay muchos volver, y todavía faltan varios (por compartir y por vivir), pero éste fue uno muy especial.

Sonrisas de regreso

Sonrisas de regreso

Sobre El Autor

Soy Vito. De raíz riojana y treinta y pico de años. Viví también en Córdoba, Mar del Plata, Buenos Aires. Viajé por Nueva Zelanda, Cuba, Italia, Bolivia y otra veintena de países más. Pediatra de vocación y formación, y en los ratos que me hago entre el trabajo “serio” trato de aprender algo nuevo (tejer, cocinar, fotografiar, hablar otros idiomas, lo que sea). Amante del yoga (a.k.a. “profesora”), curiosa ayurvédica. Estudio y trabajo con la salud y la enfermedad, pero a mí lo único que me curó fue viajar. Una vez sentí que era hora de poner los pies en la tierra… y lo tomé demasiado literal, quizás.

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5 Respuestas

  1. Betty

    volviste pero nunca te fuiste del todo Vito, no?… acá quedaron las raíces, las que te sostienen para seguir el vuelo… bienvenida… las abrazo a vos y a tu mami…

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  2. Gustavo

    Bienvenida!! Hemos viajado con vos y través de los relatos que tu mamá nos iba haciendo: «Estan en…», «ahora se van para»… , «ya volvieron de…». Lo mejor de todo fue su último mensaje: «ya volvio Vitoooo!!! Re emocionadaaa! Seguramente vendrán otros viajes y recorrerás nuevos caminos!. Pero como te escrbí en un post anterior, gracias por habernos dejado viajar con vos!!!. Esperamos la conferencia y las fotos!!! Bienvenida de nuevo!

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