Debíamos llegar a Puerto Ordaz en la madrugada. El dicho popular dice que «lo barato sale caro», pero aplicado al transporte venezolano (y seguro que latinoamericano en general) lo podríamos reformular así: «lo barato no siempre llega a destino». Lo empecé a sospechar cuando llevábamos más de una hora parados en un peaje sin tráfico. Dos horas más tarde, cuando debíamos ya estar en la ciudad (contando la hora de retraso con la que salimos en Caracas) y seguíamos en el mismo peaje. Nunca lo hubiera imaginado pero en ese lugar y momento nos llegó la hora de… PEDIR LA COLA! Tal es la polémica expresión que se usa en las tierras bolivarianas para hacer dedo o esperar que un alma caritativa nos levante de la ruta. No, la empresa de transporte bolivariana de precios populares no se hizo cargo de la sorpresiva cancelación del servicio. Según las rápidas predicciones , entre la veintena de pasajeros, teníamos todas las de perder para ser aventados: éramos dos, no como los afortunados viajeros solitarios que caben en cualquier puesto. Y no teníamos niños como las dos familias numerosas que daban lástima a la vera de la ruta. Así y todo nos subieron a nosotros primero, luego de estar 3 horas parados viendo como los panzones choferes intentaban reparar el filangi que había dejado al carro echado a perder.

Llegamos finalmente casi a las 11.30 (no a las 6 am) a la nuevísima terminal de Puerto Ordaz. Tan nueva que aún había algún pintor trabajando y los sitios de información y comunicación no estaban habilitados. Nos comunicamos con Cristal, amiga de Chevi y host de Couchsurfing, para confirmar lo que temíamos: ya estaba trabajando y debíamos esperar otras tantas horas más hasta que ella saliera. Hicimos tiempo yendo a un PDVAL a comprar lo que la soberanía alimentaria tuviera en stock (son supermercados con productos a precios populares… y a veces ausentes), dimos una vuelta por el shopping Orinokia y le huímos al olor de los pochoclos del cine.

Nos encontramos con Cristal a la tarde, y su pollito, un twingo amarillo. Nos llevó a su hermoso y comodísimo hogar y conocimos sus tres perros: Lara, Meñe y Coraje, el perro cobarde. Después de un ansiado baño y descanso comenzamos nuestra exploración de la ciudad, su vecino San Félix y la planificación de la aventura por la Gran Sabana.

Conocimos el parque La Llovizna, lindo, enorme, mucho verde, árboles, plantas y animales silvestres. Pero su nombre hace referencia a algo más imponente…

Cascada La Llovizna

Cascada La Llovizna

Esta caída de agua, justo por detrás del paso de la autopista, simplemente nos impactó. Necesitábamos el cambio de paisaje y de sintonía urgente. Maracay nos había asfixiado, tanto que la sensación al iniciar esta escapada era la de comenzar el viaje nuevamente. Pero había sido necesario, ya que la larga y rutinaria espera nos había permitido conseguir los boletos para ir a Centroamérica :D. Aquí, en este rincón del mapa, hicimos la pausa que nos debíamos hacía tiempo. Nos sentamos contemplando la fuerza del agua, en silencio, o aturdidos nuestros pensamientos…? Nos sirvió para reconectarnos y resetear el espíritu viajero y encarar la siguiente etapa del viaje con otra energía.

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Tanta era la sed de aventura que en ese mismo momento nos entregamos al camino: pedimos la cola nuevamente, esta vez a la salida del parque, que dista algunos minutos de la ciudad y no tiene la llegada de ningún bus urbano. Naiber salía de hacer deportes, en su super auto 0 km, bajó la ventanilla y nos dijo que por seguridad nadie pide la cola en Venezuela, y acto seguido confió en nosotros y no sólo nos subió, sino que nos dejó en la puerta del edificio de Cristal, pese a que llegaba tarde a su cita para limpieza de cutis.

Con Cristal conocimos un poco de San Félix, su malecón desde donde tuvimos una vista del «Encuentro de los Ríos»: el Orinoco y el Caroní se juntan pero no se mezclan. Densidades y colores diferencias estas aguas que quedan a la par por algunos kilómetros.

Dos ríos codo a codo

Dos ríos codo a codo

El paseo tuvo una pausa obligada, teníamos que probar las mejores cocadas, de un puesto callejero desde donde salió un manjar que nos dejó embrujados del sabor.

Cristal, Mariano y las mejores cocadas del mundo!

Cristal, Mariano y las mejores cocadas del mundo!

Recargamos combustible para llegar hasta el km 70 donde nos esperaba otro espectáculo, una ruta que perdió la batalla con la naturaleza, el Orinoco le puso freno a la civilización y la ruta se resquebraja bajo el agua. Un oriental no entendió el mensaje del río y su camioneta quedó a la espera de una solución…

Tokio, ai jav a ploblem!

Tokio, ai jav a ploblem!

Nuestros días con Cristal fueron un encanto, empezamos a palpitar la navidad con sus regalos empresariales: Pan Dulce y Pan de Jamón! La cintura?? Bien, gracias.

Entre sus amigas, unos mapas, algo de información de la web, nos hicimos de un plan, levantamos campamento y con una versión minimizada de nuestro equipaje nos lanzamos hacia La Gran Sabana.

La vedette de la Gran Sabana venezolana es el Salto Ángel  Era un sueño poder ir a conocerlo, pero al llegar al país nos enteramos que los precios eran verdaderamente prohibitivos para nosotros. No hay forma de llegar por tierra, o caminando por más de 10 días. Las avionetas, helicópteros o embarcaciones, te pueden costar un ojo de la cara. Otros tantos cientos de dólares salía hacer un treking a Roraima, otros de los tepuyes de la zona. Pero encontramos que a lo largo de la ruta 10 había otros atractivos naturales, saltos, y comunidades dignos de visitar. Nuestra idea era recorrer esa ruta durante algunos días, haciendo dedo, acampando y viendo la vida volar, pero el viaje a veces decide por sí mismo, los planes tienden a cambiar y en la salida de Puerto Ordaz nuestro destino cambió de repente…

Sobre El Autor

Soy Vito. De raíz riojana y treinta y pico de años. Viví también en Córdoba, Mar del Plata, Buenos Aires. Viajé por Nueva Zelanda, Cuba, Italia, Bolivia y otra veintena de países más. Pediatra de vocación y formación, y en los ratos que me hago entre el trabajo “serio” trato de aprender algo nuevo (tejer, cocinar, fotografiar, hablar otros idiomas, lo que sea). Amante del yoga (a.k.a. “profesora”), curiosa ayurvédica. Estudio y trabajo con la salud y la enfermedad, pero a mí lo único que me curó fue viajar. Una vez sentí que era hora de poner los pies en la tierra… y lo tomé demasiado literal, quizás.

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5 Respuestas

  1. soymochilero

    A la final como llegaron a Puerto Ordaz después de semejante espera? Quien los levanto o como hicieron?
    Fabulosa la cascada. Y muy de-acuerdo con vos con que los viajes aveces deciden por si mismos; en un viaje nunca hay nada escrito, y eso es lo mas cautivante de ellos. 🙂

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  2. Deisy Ojeda

    si vale bien hacer dedo en la zona? espero mi primer viaje al roraima pronto.. pero por ser venezolana no tengo muchas esperanzas en que lo levanten a uno en la ruta; sin embargo espero llegar.

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    • Vito

      No lo hicimos a dedo, pero sabemos de gente que sí. Como en todos lados, la gente se siente más segura levantando turistas extranjeros que locales, pero la Ruta 10 es una de las mejores del país y vale la pena intentarlo. También podés hacer algún tramo en bus y luego probar suerte quizás con alguien más. Suerte!!

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    • Vito

      Mirá, en todos los países nos decían lo mismo, «los levantamos porque son extranjeros»! Todos somos desconfiados en algún punto. Tal vez sí te recomendaría que no lo hagas sola, siempre da más seguridad estar acompañada 😉

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