Comencemos por aclarar que el lugar está entre los que menos me gustó en todo el viaje. Nada realmente interesante para ver, ni rico para comer. Pero fue uno de los lugares que más disfrutamos de la gente y la cultura marroquí.

Llegamos después de un largo día sobre el autobús, 8 hs desde Merzouga y con una lluvia torrencial. Con lo que pude sostener mi máxima de que es mucho peor llegar a un lugar con lluvia que de noche. Pero la última noche en Hassie Labied, después de la excursión a las dunas y un día de ciclismo a Khamlia, fue con un calor agobiante que casi no nos dejó dormir. El frescor de la tormenta era muy bienvenido y hacía mucho tiempo que no veíamos llover.
Junto a nosotros se bajaron en la misma parada dos chicas de Eslovaquia. Se me ocurrió preguntarles si sabían de algún lugar donde hospedarnos y nos contaron que iban a hacer couchsurfing y su anfitrión las buscarían por alli, «él tiene una gesthouse, tal vez se pueden quedar en el mismo lugar». Perfecto. Lo esperamos mientras veíamos continuar el aguacero.
Mohamed es un flaco alto y con mucha cara de argento. Llegó cubierto con una djllaba muy copada y acompañado por Karl, un yanki que hacía dos meses y medio estaba «haciendo tiempo» en Marruecos antes de volver a Europa. Luego de una breve negociación logramos que nos hiciera el favor de cobrarnos solamente 300 dirham por dos noches en su Maison d’hotes. Nos subimos al taxi y viajamos todos juntos y en familia unos quince minutos a las afueras de la ciudad. Cuando bajamos y tuvimos que caminar varios metros (no hay cuadras) por un sendero de barro, piedras y desechos de animales, haciendo equilibrio para no caernos por el peso de las mochilas, yo pensaba «imposible que cobre 65 euros por un lugar aquí». Puertas adentro el lugar es bellísimo (pero ni a gancho para ese precio). Más que en un hotel, nos manjeamos como en nuestra casa. Karl, el yanki, es chef, así que fue un placer cocinar y comer con él. Las eslovacas, que estaban en condición de couchsurfistas, le pusieron cero onda, hablaban todo el tiempo entre ellas, no se coparon a cocinar ni a jugar a las cartas…
La actividad destacada en esta región del planisferio es la visita a Ait Benhaddou, y las chicas re simpáticas también querían ir, así que decidimos compartir el taxi.primero debíamos ir a la ciudad porque todos nos habíamos quedado sin efectivo. También aprovechamos para comprar los pasajes del siguiente viaje y desayunar. En eso estábamos cuando apareció un nuevo personaje, Jamal, el taxista, un especialista en el arte de seducir (lease hostigar) turistas. En la primera conversación nos mostró su «lista de precios» donde el viaje que pretendíamos hacer costaba 300 dirhams. Un grand taxi como el suyo, puede llevar hasta seis pasajeros, nosotros eramos solo cuatro, así que le dijimos que nos dé una hora para conseguir más gente. Salimos a caminar por el pueblo buscando un cajero automático y Jamal hizo su segunda aparición sin miedo alguno a quedar como un psicópata. Nos tocó bocina desde la calle por la que circulaba a velocidad paso de hombre cansado, y nos preguntó qué hacíamos por esa parte de la ciudad, y si queríamos que sumara algún viaje a la excursión. Ante nuestra negativa, nos dejó su número telefónico para que cuando estemos libres para ir lo llamemos.
La búsqueda de un cajero fue infructuosa  Uorzazate es un ligar extraño en su diseño civil, hay grupos de casas y pequeños edificios interrumpidos por grandes espacios vacíos donde no hay nada.
Decidimos volver y lo llamamos a Jamal, yo fui la elegida para la negociación final, y fue muy simple, demasiado. Le dije que no había más gente que nosotros y que teníamos 200 dirhams, «no porblem!» respondió casi alegre, por lo que supuse que podría haber sacado aún mejor trato.
El viaje consta de 30 km por el valle del Medio Atlas con algunas vistas hermosas, pero que ni se comparan a los paisajes salteños o jujeños.
Jamal nos contó que trabajó toda la vida como chofer y que muy pronto tendría su auto propio. Lleva turistas a Ait Benhaddou muy seguido, y hasta tiene su propio libro de visitas que muestra con orgullo y solicita sea firmado con vehemencia. Él es uno de diez hermanos, está casado, tiene dos hijas de 7 y 4 años y espera finalmente un hijo varón para dentro de pocas semanas. Contento con el heredero en camino bromea con ahí finaliza su producción.
Nos preguntó si nosotros teníamos hijos y nos dijo «bueno, in shalá« (en el futuro).
Con Jamal de paseo

Con Jamal de paseo

Hizo un par de paradas en el camino para que sacáramos fotos y finalmente llegamos a la famosa Benhaddou. Es un poblacho pequeño atravesado por un río y que tiene una antigua Kasba con un fondo serrano colorido y árido. Tal vez la recuerden de películas como Indiana Jones, Jesús de Nazaret, Bebel, Gladiador, entre otras… esta zona es conocida como la hollywood de Marruecos! Y cruzando el puente comienza el show del show, una tienda tras otra que, aparte d elos atuendos y artesanías típicas de todos lados, ofrecen (insistentemente) sus fotos de los sets de filmación o su imagen de Russel Crow.
Tiendas y tiendas...

Tiendas y tiendas…

La Kasba central está remodelada y es un hotel muy paquete. Todo en su conjunto me pareció vacío de espiritu, muy poco interesante, pero si muy pontoresco. Quizás por el aburrimiento nos distrajimos tanto que terminó siendo de nuestros mejores álbumes!
Casi 7 colores ;)

Casi 7 colores 😉

Me parce que vi un lindo gatito...

Me parce que vi un lindo gatito…

Sin mucho más que resaltar volvimos a Uarzazate. Almorzamos unos ansiados shawarmas en la plaza principal, nos reencontramos con Mohamed y él nos llevó a visitar la pequeña vieja medina. Allí conocimos a unos de sus amigos que tiene un grupode música gnawa. Tenía una gembira y unas castañuelas. Bugayo sucumbió a la tentación e intercambiaron momentos musicales. Las eslovacas, para no variar, se ortivaron y obligaron al grupo a la retirada. Fuimos por el mercado para comprar víveres para la cena y Mohamed amenazó con una sorpresa para Mariano.
De regreso a la casa (el hotel?) aparecieron sus amigos de otro grupo, «Puertas siempre abiertas» es la traducción de su nombre.
Tocaron durante casi una hora mientras tomábamos el clásico y hospitalario té marroquí. Karl horneaba una torta y preparábamos la cena, y las eslovacas se cortaban solas en internet.
Se armó la joda!

Se armó la joda!

A comeeer!

A comeeer!

Una estadía amable, simpática, en un lugar intrascendente para nuestro viaje excepto por la gente maravillosa que conocimos… y por qué más viajamos, no?

Sobre El Autor

Soy Vito. De raíz riojana y treinta y pico de años. Viví también en Córdoba, Mar del Plata, Buenos Aires. Viajé por Nueva Zelanda, Cuba, Italia, Bolivia y otra veintena de países más. Pediatra de vocación y formación, y en los ratos que me hago entre el trabajo “serio” trato de aprender algo nuevo (tejer, cocinar, fotografiar, hablar otros idiomas, lo que sea). Amante del yoga (a.k.a. “profesora”), curiosa ayurvédica. Estudio y trabajo con la salud y la enfermedad, pero a mí lo único que me curó fue viajar. Una vez sentí que era hora de poner los pies en la tierra… y lo tomé demasiado literal, quizás.

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5 Respuestas

  1. Isabel Mércol

    Muy interesante el relato, como siempre, y aún más hermosas las fotos…¿ Cómo va el » diccionario del fin del mundo»??? Porque mi insaciable sed lingüística no puede menos que notar( y anotar) la familiaridad con la que aparecen términos como djllaba-Kasba-gnawa-gembira…
    «Se llevaron el oro…. nos dejaron las palabras…» ( Neruda dixit)

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    • Vito

      tenés razón…
      -djllaba: túnica, vestimenta típica.
      – Kasba: castillo, o símil…
      – Gnawa: estilo musical africano
      – Gembira: instrumento musical de cuerdas, tipo bajo

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  2. Anyol

    Muy bonitos paisajes.
    Ya he oido antes que por fuera los hoteles parecen una cosa y por dentro son otra mejor. Mi marido estuvo por alli hace unos años.

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