Una vez terminado Varanasi, donde me hubiera quedado mucho más tiempo aunque realmente no hay nada para hacer, el viaje por India empezó a terminarse aunque estuviera empezando.

Arrancamos una sucesión frenética de viajes que nos haría estar en 3 ciudades en 24 horas. Salimos por la tarde en lo que debía ser el mejor viaje de toda la travesía india por la clase que habíamos conseguido («la del aire acondicionado«) y fue sin embargo, una verdadera tortura. Como vecinos de asientos nos tocaron una británica, un chileno y una pareja india, ninguno de los cuales generó problemas. Pero en medio de la noche (las 3 a.m.) el tren hizo una de sus paradas (cada viaje en tren tiene miles de paradas), la pareja india nos abandonó en silencio y dio lugar a una familia: mamá, papá y el niño. Ganesha sabrá cuál fue el problema, porque se la pasaron discutiendo en indio con el guarda una media hora y en un volumen digno del mediodía porteño, mientras abrían y cerraban las cortinas y prendían y apagaban las luces. Todos esto, unos pocos minutos después que yo lograra dormirme con mucho esfuerzo… y después de la revuelta fue muy difícil volver a conciliar el sueño.

Con ese humor que se están imaginando llegamos a Agra por la madrugada. La ciudad no tiene la mejor reputación, yo no tenía ni un minuto de tiempo de sobra, así que la visita era por el día solamente. Cuál es el motivo de hacer semejante viaje sólo para estar unas horas ahi?

Tarán!

Esta maravilla de mármol me dejó sin palabras, me emocionó casi hasta las lágrimas por su inmensidad, belleza y finísima perfección. Sí, esa es la única palabra que le cabe al Taj Mahal: PERFECCIÓN. Nunca fue algo que me llame mucho la atención, ni siquiera lo consideraba un motivo para visitar el país, sino al revés: ya que estoy en India voy a conocer el Taj Mahal! Pero desde esa mañana les ordeno: hay que ir para ver esto!

Una Belleza!!

Cuenta la historia que el emperador Shah Jahan tenía una esposa favorita, Mumtaz Mahal, con quien tuvo 14 hijos y quien falleció en el año 1631. En ese año el desconsolado emperador empezó a hacer este hermoso palacio como su mausoleo, que le llevó 16 años finalizar. «Le hizo» es una forma de decir, seguramente le habrá dicho a algún sirviente de confianza que quería algo para homenajear a su amada y éste le pidió a otro que lo contactara con alguien que supiera quién podía diseñar algo que unos miles de esclavos pudieran construir… Para mi! Como sea que haya sido, el resultado fue esta  maravillosa obra de arte, como no me cansaré de decir: PERFECTA. Milimétricamente diseñada, esculpida a mano en puro mármol, sin una gota de pintura: los colores que se ven son por distintas piedras incrustadas para dar vida a los motivos de diseño y decoración.

PERFECCIÓN…

Algo que impresiona es la simetría. Y también impresiona la forma en la ésta se rompió: la cúpula central guarda el mausoleo, un circulo perfecto que tiene en su centro la tumba de la Reina en cuestión, perfectamente alineada con las aberturas y puertas que rodean el complejo… PEEERO un buen día el Emperador también murió, y seguramente siguiendo sus deseos lo llevaron a descansar al lado de su amada musa y hoy se lo puede encontrar allí junto a ella… en una tumba que duplica en tamaño a la de su mujer y se ubica IMPERFECTAMENTE a su diestra. Pollerudo o machista, en qué quedamos?

Hoy los entendidos del tema se desviven por encontrar la forma de protejer al Taj Mahal y su mármol de la injuria de la polución, en este lugar del mundo tan pero tan contaminado.

Para desorientarlos en el tiempo les cuento que antes de ver esta maravilla, fuimos a conocer la Fortaleza Roja. Fue una ciudadela amurallada construida entre los años 1565 y 1573 en arenisca (aunque sus últimos edificios se levantaron 95 años después del inicio de las obras). En su tiempo se encontraba resguardado por el río Yamuna y un foso semicircular habitado por cocodrilos (con en los dibujitos!), se ingresa por la imponente puerta «Amar Singh» y se recorre apaciblemente en una hora aproxidamente. Esta vez lo hicimos acompañadas de un guía, porque por una vez queríamos entender algo de India! También guarda un edificio en mármol, que sirvió de prisión para nuestro amigo Shah Jahan los últimos 8 años de vida (encerrado por su propio hijo). Un Jardín de Uvas rodeado de galerías y los balcones de las habitaciones de las mujeres de harén, un Mercado, porque la gente que vivía en la ciudadela no podía salir, por lo que si la gente no va al mercado, el mercado iba a la Fortaleza, una Sala de Audiciones, y el Palacio Privado con este hermoso trono y vista al Taj Mahal.

Yo en el trono…

La entrada a la Fortaleza

Las visitas se pueden hacer desde muy temprano, abren cerca de las 6.30 a.m. Se puede dejar el equipaje en las entradas de ambos. Es recomendable ir primero a la Fortaleza, porque es una buena primera aproximación histórica y porque después de ver el Taj Mahal el resto del mundo parece una verdadera porrrrquiería! La entrada para los dos monumentos sale 1000 (MIL) rupias, y el guía en la fortaleza nos cobró 200 rupias por las dos. A la Fortaleza se puede llegar caminando desde la estación Agra Fort, haciendo oídos sordos a los Tuk Tuk que te dicen, aseguran y casi amenazan con que hay que ir por las entradas al Taj (patrañas). Luego sí nos tomamos un Tuk Tuk a la zona del Taj a desayunar, y después de recorrerlo otro chofer nos llevó a la estación desde donde salen los trenes a Delhi, Agra Cantt.

El viaje, corto por suerte, fue algo confuso. Estabamos muy cansadas y no sabiamos bien a quién creerle acerca de dónde debíamos bajarnos, cuando la respuesta era muy simple:  Delhi era la última estación! Pero nos dejó en la Estación Vieja, y también medio a los tumbos nos subimos a otro tren que nos llevó a Delhi Central. De esta estación hay que salir por el Oeste y uno ya se topa con una calle bulliciosa que concentra muchos alojamientos y tiendas. Y éstas fueron las únicas 4 cuadras que conocí de Delhi. Estaba muy cansada y ya en modo «viajando a Madrid«, que era el paso siguiente en 36 horas. Lo único que hice fue dormir, comprarme mucha ropa, tirar otro tanto (en la mochila corre la Ley del Ojo por Ojo), cortarme un poco el pelo, tener un golpe de calor e irme.

Para irse de Delhi antes de abandonar el país hay que tomarse el metro especial que va al aeropuerto. Me fui por la noche, atravesando una vez mas la estación Delhi Central para llegar a la entrada del famoso metro, que está en el lado Este. Hay que bajar una escalera y seguir algunos carteles hasta un pasillo que lleva a las boleterías. Ahí mismo ya estás fuera de India! Limpio, olor a NADA, aire acondicionado y nivel 0 en caos. Una línea de metro de primerísima generación que conecta el corazón de la ciudad con el aeropuerto pasando por unas pocas paradas, todas en las afuera de la ciudad. A la salida, las escaleras y cintas (no hay que dar muchos pasos en todos esos kilómetros) te depositan directamente en la zona del check in… y CHAU INDIA (o Hasta Luego…?)

En India TODO ES POSIBLE… incluso que quieras volver!

4 Respuestas

  1. Yannina Gutierrez

    Increible viaje, Vito te leo mientras hago hora esperando la siguiente clase que tengo en la universidad.
    Que increible que por un rato medio largo también andube de mochila, atandole el alma a las cosas que nos muestra el mundo 😀
    saludos y que sigas viajando mucho, suerteeeeeee
    Yanni, en Chile!!

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